Diosa Mujer

miércoles, 23 de marzo de 2011

Acostarse con la Mujer Celestial


Un antiguo cuento africano reza así: Hace muchos años un padre le advirtió a su hijo que una noche vendría la Mujer Celestial a quererse acostar a su lado, esa mujer será bellísima y tendrá un poder de seducción tal que será casi imposible resistirla, dijo el padre, pero deberás negarte, por que de no hacerlo  morirás.

Al pasar el tiempo e ir creciendo el joven, el padre se preocupaba más por la posible llegada de la Mujer Celestial y de la fortaleza de su hijo para resistirse a su encanto. Una noche en ausencia de sus padres llegó la Mujer Celestial, le pidió al joven que la dejará acostarse a su lado y a pesar de todas las advertencias, el joven la acepto. Cuando llegaron sus padres, aterrorizados lo descubrieron muerto.

El padre agobiado fue a ver al médico brujo, el cual encendió una hoguera y echó una lagartija al fuego, diciendo que le devolvería la vida al joven, si había alguna persona que lo amara tanto como para entrar a la hoguera y traerle la lagartija. La Mujer Celestial lo intentó, pero dudo, pues el fuego era atronador y fracaso. Lo intentó su Madre, pero dudo ya que el fuego quemaba mucho, y fracaso, sin embargo una joven mujer del pueblo que amaba en secreto al joven, entro sin dudarlo y trajo al animal consigo devolviéndole la vida.

Este cuento, como todos los cuentos encierra una gran enseñanza para los hombres de la actualidad. De acuerdo con Robert. A. Johnson*, terapeuta junguiano, escritor del libro en cuyo nombre baso este artículo, habla de que los hombres se encuentran tentados por el arquetipo (huella psíquica y cultural que se imprime en cada uno de nosotros desde el nacimiento) de la Mujer Celestial, es decir, querer encontrar la mujer ideal que desea tener: Bella, seductora, sexuada, que se entregue sólo a él, que lo admire, atienda, ame, etc. Pero cuando por fin llega, el precio que tendrá que pagar por estar con ella será la muerte psicológica de su deseo.

Me explico. En la vida cotidiana, un hombre real, busca desesperadamente a una mujer ideal y lo que obtiene por ello, son espejismos que lo llevan a la muerte psíquica, que es de lo que estamos hablando, ya que cuando un ideal se vuelve real una parte de él se disuelve, se pierde en una búsqueda infructuosa y frustrante.

La Mujer Celestial, no es otra cosa que la proyección que el hombre hace de su anima (parte femenina que tienen todos los hombres) en la mujer que tiene enfrente. La Mujer deseada será una mezcla entre su Madre que lo cuida y acepta incondicionalmente, su Hermana que le acompaña, su Amante que lo seduce y lo deseará sexualmente, su Esposa que lo seguirá toda la vida, su Hija que le necesita como protector, su Amiga que es su cómplice, la Vieja Sabia que lo aconseja y su Musa inspiradora. Anhela que una sola Mujer integre todo lo que en su ideal “debe ser” para permanecer a su lado, sin embargo solo es momentáneo porque dicha mujer no existe.

Los hombres pueden guiarse por las figuras reales que ocupan estos lugares en sus vidas, es decir, buscan y proyectan a su madre real, a su hermana real, a su amante real, etc., en la mujer que desean sea su pareja. Buscan un híbrido entre lo que ambicionan, lo que han tenido en experiencias pasadas y lo que desearían evitar de las mujeres con las que han convivido en su vida. Examinan a cuanta mujer conocen, para compararla, y si sale bien evaluada, la eligen. Sin embargo, por lo general, aunque salga favorecida, pues es más sexy que su amante anterior; sea suficiente, tan buena escucha como su mejor amiga; o aunque se “acerque”, cocina casi también como su mamá, nunca será la que él ha idealizado. La mujer que es en realidad queda escondida, y cuando por fin la descubre, ve con desilusión que dista mucho de ser lo que él anhelaba, entonces el hombre “cae muerto”, porque esa mujer que tiene no es la que quiere y la que quiere no la tiene. Se frustra, decepciona, enoja, deprime, o llega a la indiferencia, violencia, desamor, etc., hasta que termina la relación. Creyendo que simplemente se equivocó, la mujer lo engaño y traicionó, y lo que debe hacer ahora, es esperar a que llegue la Mujer Celestial. Después de un tiempo, vuelve al ciclo, búsqueda, encuentro, desilusión.

Pero hay esperanza, el cuento nos da dos formas en las que un hombre puede salvarse. La primera nos dice, existe una mujer que lo ama y será capaz de entrar al fuego a salvarlo. Lo que significa es que cada hombre deberá encontrar a una mujer de carne y hueso,  que lo ame tanto que lo vea tal y como es, y aún así lo eme.  Quizá esta mujer al principio se parezca un poco a la ideal, pero con el tiempo tendrá que mostrarse decidida a ser quien es, auténtica y completa en sí misma, con toda su luz y sus sombras. Ésta “simple” mujer tendrá que tener la fortaleza de espíritu para revelarse sin máscara de “Celestial”, de Madre, o de cualquier arquetipo.  La salvación del hombre consistirá en aceptarla, valorarla y amarla, y así, amarse a través de ella. Sólo hay una advertencia, sí la encuentra, podrá en algún momento perderla y con ello sentirse nuevamente incompleto.

La segunda forma es la única que le permitirá al varón sentirse integrado. Y el cuento hace énfasis en ello. Será una mujer que lo ama en secreto. Es decir, la que vive secretamente dentro de él, su propia energía femenina. Tendrá que encontrar como amarse a él mismo, desarrollar su propia anima es decir cultivar su aspecto femenino: hacerse cargo de conocer, aceptar y expresar asertiva mente sus emociones; deberá cuidarse, protegerse, nutrirse física, psicológica y mentalmente; será su propio cómplice y compañero; desarrollará su espiritualidad para hundirse en sus propias sombras y salir renovado;  buscará consejo en su voz interior e inspirará su propia creatividad. Aceptando que las mujeres reales que lo acompañan son su madre, su hermana, su hija, amiga, pareja, amante, esposa, consejera o musa, pero ninguna es la celestial. Solo Él puede amarse tanto como para transformarse a sí mismo, y así, salvarse.

Hoy invito a que nuestro rezo sea por los hombres, para que encuentren a la mujer del pueblo que los ame externa e internamente, que puedan traer la lagartija del fuego, es decir la fuerza del espíritu que hace falta a su corazón para ser seres humanos completos.




*Johnson, Robert. A. (1997). Acostarse con la Mujer Celestial. España: Ediciones Obelisco.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El Poder de lo Femenino



"Reloj de campana tócame las horas, para que despierten, las Mujeres, Todas;
Porque si despiertan, todas las Mujeres, irán recobrando sus grandes poderes.
Templo de la Diosa, ábrete deprisa,  para que despierten  las Sacerdotisas;
Porque si despiertan, todas las Mujeres, irán recobrando sus grandes poderes…"
Canto de Sanación a la Mujer

En la actualidad se habla de un movimiento psicológico, espiritual y sociocultural que consiste en recuperar el poder de lo femenino. Al que se le llama Empoderamiento de la Mujer.  Para ello se le ha tratado de compensar a la mujer por todos los daños, sufrimientos y vejaciones a su femineidad que se han venido sucintado a lo largo de toda la historia. Sin embargo, no ha sido posible tal compensación. Por desgracia cada día nos enteramos de miles de mujeres que vuelven a ser dañadas, incluso en ocasiones son ellas mismas las que se perjudican quejándose e incluso odiando el haber nacido en éste género.
El empoderamiento, consiste en como canta el rezó del inicio, en que despertemos Todas las Mujeres. Qué recuperemos nuestro Poder: Lo Femenino Sagrado. Sí bien lo femenino no es exclusivo de las mujeres, los varones también lo poseen, las primeras tenemos la oportunidad de desarrollar todo el potencial de la energía femenina porque ya de nacimiento la poseemos y por eso me dirijo a ellas.
La energía femenina tiene una misión muy específica para la humanidad. La cuál consiste en algo tan simple y tan complejo como el establecer relaciones. Y éste es el auténtico, profundo y misterioso poder de lo femenino y el compromiso que como género adquirimos las mujeres.
En mitología se dice que donde está el don está el tabú. El Don maravilloso de ser capaces de ser receptoras de una semilla de relación, poderla nutrir, verla nacer, cultivarla y llevarla a buen término, es un privilegio y un placer, en todas las formas en que podamos relacionarnos. Lo mismo con una persona, ser sintiente, situación o cosa. Tenemos el poder de entregarnos por completo y recibir como regalo el amor. Qué a su vez se nos regresa multiplicado, nos alimenta y da fuerza para continuar.
El Tabú, ha estado en que entrar a la relación nos vulnera. Cuando nos abrimos a la relación, puede entrar todo, damos la oportunidad de que nos dañen, se despierta en nosotros el miedo, y éste mata al amor. Nuestro corazón se llena de inseguridad, desconfianza, apatía, tristeza, enojo, étc. O a veces, nos confundimos y pensamos que estamos haciendo la relación, “luchando” contra todos y todo, la trampa está en que lo hacemos a pesar de nosotros, creemos que lo damos Todo, sin límites, y sin darnos cuenta, no nos respetamos, no decidimos, no participamos, nos fundimos, dejamos de lado la dignidad, usurpamos el poder de lo masculino, nos perdemos, dependemos y acabamos por culpar y destruir a la seudo- relación. Sin darnos cuenta del engaño terrible, nosotras mismas nos volvemos la víctima. Ya que cabe aclarar que no existe relación sin equilibrio entre dar y recibir, sin límites sanos que respeten nuestra individualidad y dignidad, sin participación mutua que permita la cocreación, sin amor a la libertad de estar unidos.
Las Mujeres, sabemos que para sobrevivir, nos hemos cerrado y rechazado el compromiso de la relación. Nos hemos tratado de igualar a los hombres en el profundo miedo a ser “vulnerables” y creyendo que ellos son los “fuertes”. Los varones, han tratado de matar lo femenino en ellos también. Dañando entre ambos, de manera profunda al Poder Femenino, y con ello todas nuestras relaciones. No es raro que veamos entonces crecer la violencia, la soledad, el desarraigo con la tierra, el maltrato a los seres sintientes y el desinterés por las situaciones y cosas de la humanidad en pro del “éxito” individual o la guerra por poseer.
¡Reloj de campana, tócame las horas, para que despierten las Mujeres, Todas ¡
Ya es tiempo de despertar, cada hora es una oportunidad de recuperar lo olvidado. Nunca lo hemos perdido, sólo que hemos tenido miedo de asumir el compromiso. Temor de aceptar nuestra responsabilidad, de lo que implica portar la marca de la Diosa en nuestro cuerpo: Un Útero, un Templo para Pro - Crear.  Y  hacer uso de nuestros poderes: la percepción, la intuición, el respeto por la vida y por la muerte, el ser sensibles y amorosas, la empatía, la confianza, el conocimiento de los ciclos de la naturaleza, la comprensión, la comunicación y la compasión  entre muchos otros.
¡Templo de la Diosa, ábrete de prisa, para que despierten las Sacerdotisas!
El poder femenino es sagrado, es decir, tiene un significado profundo para cada Mujer. Y sólo puede hacer un buen uso de él la que se asume Sacerdotisa, de su propio Templo: Su cuerpo, aceptarlo, amarlo, procurarlo y embellecerlo es la tarea de todos los días, sólo así lo prepara para recibir y honrar a la Diosa que vive en ella, no importando en cuál de sus rostros se manifieste. La Madre que nutre y cría; la Doncella virgen amorosa y guerrera con fortaleza de espíritu y/o la Anciana, que es al mismo tiempo bruja maligna y sabia bondadosa.
Cuándo reconocemos a la Diosa que nos habita, no podemos temer. Ella nos da la fuerza y protección, nos indica el camino y nos provee del amor necesario para sanarnos, amarnos y relacionarnos.
¡Porque sí despiertan Todas las Mujeres, irán recobrando sus grandes Poderes!
Al tomar el gran Poder de lo Femenino, las Mujeres, aceptamos la responsabilidad de unir a la humanidad.  Empoderarnos, es asumir el compromiso de la relación y su misión: la unidad con todos los Seres. Conocer y hacer uso de nuestros poderes, nos dignifica y equilibra, nos concede equidad para abrirnos a crear y criar las relaciones,  y nos da la fortaleza para que se manifieste en nosotros y a través de nosotros, el amor y la comunión, honrando el legado de todas nuestras Ancestras en el mundo.
Mujer por eso hoy, canta conmigo ¡Reloj de campana…!