Diosa Mujer

lunes, 10 de octubre de 2011

Aprender a Sanar una Pérdida

“Aquel que enseña a los hombres a morir les enseña al mismo tiempo a vivir”

Montaigne


Aprender a sanar una pérdida, quizá es una de las tareas más difíciles a las que nos enfrentamos como seres humanos. Es entrar a una espiral que nos atrapa en su centro y no nos suelta hasta que, tenemos la suficiente fortaleza para bajarnos del remolino de sentimientos, tocando humildemente nuestro corazón, aceptando que la vida es, en palabras de Heiddegger, sólo un instante entre la vida y la muerte. Sin embargo, cuando perdemos a alguien, por muerte o separación de un ser querido, o quizá algo, como dinero, trabajo, una casa, etc. , o incluso partes de nosotros, como nuestra juventud, la salud, status, etc. , pensamos que nunca seremos capaces de superarlo. Sentimos que nuestro corazón se ha roto para siempre, y no importa cuanto tiempo haya pasado, seguimos sufriendo como si acabara de suceder.

¿Cómo dejar de sufrir?, ¿Cómo aceptar la pérdida?, ¿Cómo podemos apoyar a alguien a superarla?, estas y muchas otras preguntas nos surgen, y pocas son las respuestas que nos dejan reconfortados. Por lo regular, escuchamos palabras que en lugar de apoyo y ánimo, cómo es su intención, nos dejan desalentados, incluso enojados, pues si nosotros somos los que estamos en la pérdida nos sentimos poco entendidos, no creemos que realmente a alguien le duela más que a nosotros. Y cuando, nos toca “tener que ayudar a alguien más”, no sabemos que hacer, ni que decir, lo que nos deja frustrados e impotentes.

¿Qué podemos hacer realmente?, lo primero que habría que asumir, de acuerdo con los expertos en Tanatología
[1] es que por más que lo deseemos, no podemos escapar de las pérdidas, pues son parte integral del ciclo de la vida. Asimismo, es importante revisar nuestros conceptos y miedos con relación a la muerte (que es la de los otros) y el morir ( que es mí muerte), ya que detrás de cada pérdida, se vislumbra la sombra de la Muerte y nos recuerda lo perenne de la Vida. Es decir, si podemos aceptar que lo único seguro en la vida es, por más cruel que parezca, que vamos a perderla, entonces las demás perdidas, las viviremos, más no las sufriremos.

Sufrir, es resistirse a cerrar un ciclo, es aferrarse a no soltar algo o alguien con la que, por más hermosa que haya sido nuestra historia, se termino. Vivir la pérdida por contraposición, será agradecer el tiempo que tuvimos para estar juntos y dejar que el otro siga su camino y nosotros continuar el nuestro. Es despedirnos de ese alguien o algo para darnos la oportunidad de que llegue alguien o algo nuevo. Es darle la mejor bienvenida posible a los cambios, aunque nosotros no creamos haberlos elegido. De esta manera, aunque nos duela y nos lleve un tiempo de duelo superarla, la pérdida será una oportunidad de aprendizaje y nos dejará renovados en lugar de destruirnos, como pensábamos.

Es importante destacar que si bien sanar una pérdida es posible, debemos tomar en cuenta que es un proceso. La Dra. Kübler Ross, principal representante de la Tanatología, desde los 60´s descubrió que todas las personas que viven una pérdida, pasan por cinco etapas para superar su duelo.

La primera la llama Negación, un tiempo de resistirse a que lo que amamos y nos importa ya no estará más con nosotros. La segunda es la Ira, en dónde el enojo, la rabia y la frustración lo llenan todo, indiscriminadamente estamos desde reclamando y buscando “culpables”, hasta querernos desquitar con la Vida, por ponernos en esta situación. La tercera, es la Negociación, una etapa en la que tratamos de hacer un trato, que no precisamente estamos dispuestos a cumplir, pero que nos permite estar más tranquilos y hacer el último intento por dejar las cosas tal y como estaban, sin cambios ni movimientos. La cuarta, la Depresión Preparatoria, es un estado de profunda tristeza en donde ya no nos queda la menor duda, lo hemos perdido y nada se puede hacer para retenerlo, sin embargo, aunque el dolor es mucho, podemos vivirlo, para como implica el nombre de la fase, prepararnos para cerrar el ciclo. La quinta, es la Aceptación, la cual, es una etapa de paz, de bienestar que no precisamente va a acompañada de la alegría, se asume que hay que despedirse y dejar ir o irse, y que esta bien que así sea, es una etapa sin sobresaltos emocionales, y aunque haya muchos recuerdos, se caracteriza porque no hay exabruptos ni resistencia a la novedad inminente, también llamada incertidumbre.

Aprender a sanar una pérdida personal o apoyar a otro a superar el proceso de pérdida, es enseñarse a pasar por el proceso de duelo concientemente, es en palabras de Laura Perls, poner el “acento en la conciencia...proporcionándose un método que permita sentar las bases indispensables para una adopción creativa que se auto perpetúe, una manera de hacer frente a la experiencia del propio morir y por ende, del propio vivir”
[2]. Disfrutar el presente plenamente, enfrentarse con autenticidad a las experiencias de la vida, incluso las dolorosas, concluyendo sus ciclos, es lo que nos permitirá tomar las pérdidas como parte integral y constructiva de existir.

Para superar una pérdida, abras de estar dispuesto a abrirte al dolor y a dar gracias por lo que todavía tienes, procuraras escucharte a toda hora y ser paciente en tus contradicciones, evita la culpa y el resentimiento, cultivando el perdón. Abre canales de comunicación sin ocultar tus sentimientos, sin miedo a compartir con las personas que están a tu alrededor en etapa de tú vida. Asume que estas en un periodo de transición, por lo que palabras como “fuerza”, “valentía” “ejemplo” y “lucha” no tienen ningún sentido y otras como comprensión, paciencia y amor, deberán estar presentes en todo momento. Tienes el derecho a buscar ayuda, más ten cuidado de no manipular con tú dolor, pues de ser así, correrás el riesgo de que los demás se alejen. Recuerda reír, en este proceso es tan importante como llorar, date tiempo para ambas cosas y permítete no sentirte mal de no sentirte mal.

Y sí eres tú quién estás acompañando, sería recomendable que tuvieras una formación personal y profesional al respecto, ya que no es un proceso fácil,  pero sí tienes que enfrentarlo, primero revisa tus propios conceptos sobre la vida y la muerte, no juzgues, ni des consejos, escucha más y habla menos, no digas que lo sientes si no es así. Cultiva la empatía, la confianza, la fe y la humildad, como dice Kübler Ross, procura respetar el tiempo y ritmo del otro, aunque todos pasamos por las cinco etapas del duelo, no todos las vivimos de la misma forma y su duración es muy diversa, incluso podemos saltarnos algunas etapas y regresar a otras una vez que tocamos la siguiente. Capacítate y aprende, no sólo de tu experiencia y la de otros, lee con tu pensamiento y con tu corazón lo que el otro necesita, y si está en tus manos proporciónalo sin invadir. Instrúyete en cuestiones legales,  médicas, religiosas, etc. que no sepas y que es necesario que des una orientación. No aceptes trabajar una pérdida, si tú no has superado las tuyas o por lo menos reconoces la etapa del proceso en donde te encuentras concientemente, para no mezclar procesos. Respeta todas las pérdidas en la intensidad que la viva la persona que estas acompañando, como ejemplo, quizá para ti no sea lo mismo la muerte de un ser querido que la pérdida de un empleo, pero para la persona que la sufre puede ser que sí. Trabaja en cerrar ciclos, las despedidas, el soltar lazos y el perdón.

Mi sugerencia es que no temas condolerte y conmoverte hasta el hueso, cuídate de no creer ni por un momento que si te dedicas a apoyar a otros en la pérdida, te salvarás de las tuyas. Y sobre todo, prepárate para enfrentar y exorcizar tus propios miedos en relación con la vida y la muerte, pues al final éste es el gran regalo que nos deja acompañar a alguien en este proceso.

En conclusión, hacer frente a la cotidianidad, ante la irreparable perdida de lo que se desea, necesita y ama, será un gran aprendizaje. Concluir ciclos se vuelve imperante para vivir plenamente, por lo que sentirse acompañado en el proceso y tener el privilegio de asistir a alguien, será un gran regalo de la vida. Y aunque puede ser doloroso, al final sí podemos fluir con él, saldremos renovados. Sí soltamos las ataduras que nos deja resistirnos a las inevitables pérdidas, podremos liberarnos y sanar así nuestra existencia.




[1] Tanatología, del vocablo Thanatos muerte y  logos tratado, es la ciencia que se encarga del estudio  de la muerte y el morir, así como del cuidado  y atención de los enfermos terminales y de sus familias, así como de todos los procesos involucrados en la pérdida.
[2] Para más información sobre el pensamiento de Laura Perls, véase. Castanedo, C. Laura Perls, Viviendo en los límites. España: Plaza y Valdes.